jueves, 10 de septiembre de 2009

CORRER EN EL RUGBY.

SOY UNA PERSONA QUE HABLA MUCHISIMO PERO LUEGO DE ESCUCHAR Y VER COMO UN VIEJO COACH COMO EL PELADO FAVRE INSISTIA EN LO QUE ERA PARA EL CORRER (Y COMO CORRER) E IR PARA ADELANTE EN EL RUGBY Y QUE SI ALGUIEN LO SABIA (CON EXACTITUD) QUE LO TIRE A LA MESA PQ ES UNA DE LAS COSAS MAS IMPORTANTE DEL RUGBY. DECIDI INVESTIGAR UN POQUITO, Y FUE UNA GRATA SORPRESA... PEQUEÑAS COSAS QUE ENCONTRE REFERIDO A ESTE TEMA QUE HACEN QUE LLEVE A GRANDES COSAS.
AQUI PONGO ALGUNOS RELATOS Y COSAS QUE FUI LEYENDO Y QUE ESPERO QUE SIRVAN...

En deportes como el rugby, correr es una de las acciones que hacen al juego de equipo. Correr en deportes de grupo implica una actividad atlética que reporta importantes beneficios al organismo, pero ademas debe tenerse en cuenta la predisposición anímica y mental de cada individuo.

Cuando nos referimos a deportes de grupo como el rugby, encontramos que el esfuerzo muscular es muy diferente a correr en solitario e incluso a otros deportes de equipo. Ademas de la explosión y el fondo necesario para mantener el ritmo en los tiempos que dura un encuentro de rugby, el deportista realiza en numerosos pasaje del encuentro acciones de fuerza directa con los miembros inferiores. Esta acción motiva un importante trabajo de muscular que muchas veces se complementa con actividades de gimnasio. Los diferentes cambios de ritmos, correr en diagonal o en diferentes direcciones provocan en el deportista un ejercicio que requiere generar resistencia en la carrera y explosión en la velocidad. Los trabajos de entrenamiento pretenden acrecentar estas cualidades del corredor con el fin de interiorizarse en un juego donde ademas la concentración juega un papel importante.
Muchos corredores consideran que el hecho de participar en entrenamientos de rugby y de jugar periódicamente este deporte, les aporta una mejor performance que corriendo en solitario. Sin embargo es también una cuestión de gustos y personalidad.

A veces todo es más sencillo de lo que parece. Si son meditadas y responden a un criterio aceptable, las decisiones más simples pueden invertir una dinámica negativa. Hace muchos años, en la argentina Provincia del Chubut, un grupo de jóvenes jugadores de rugby comprobó que el peculiar castigo de su entrenador, que les obligó a trotar ocho kilómetros antes del entrenamiento y otros ocho después, sirvió para mejorar de forma espectacular el rendimiento del equipo. Uno de esos jugadores, Elián Femia, rememora ese episodio

Elián lo explica con más detalles: “De acuerdo con el otro entrenador, que dirigía a los 3/4, decidieron que en las idas y vueltas (16 kilómetros más lo que se hacía en el entrenamiento) correríamos en grupos de a dos. Un foward con un 3/4, es decir, un pesado con un liviano.
Diferencias abismales
“Las diferencias eran abismales”, recuerda Elián. “Los enojos que se escuchaban en las rutas por acelerar o disminuir el paso eran terribles. Pero poco a poco se logró un ritmo uniforme, al igual que los resultados en los partidos. Llegó un momento en el que un medioscrum [el que maneja la pelota, el que decide si corre con los foward o los 3/4] de sesenta kilos podía correr a la par de un pilar de ciento y pico kilos”.
Grandes resultados
El caso es que el grupo se consolidó. “Y todo gracias a los largos trotes que debíamos hacer en pareja. Ese año recorrimos el país, ganando todo lo que se nos cruzaba en el camino. Fuimos los mejores. Y muchos migraron al seleccionado nacional de menores con Los Pumitas”, destaca Elián.
Actividad física y armonía
Muchos años después, nuestro amable lector argentino sigue corriendo de vez en cuando, aunque no tan sistemáticamente como antes. En cualquier caso, sí que camina entre tres y seis kilómetros diarios, imponiéndose unos hábitos que parten del convencimiento de que “la actividad física es vital para estar en armonía”.
Valores fundamentales
Elián Femia asegura que nunca olvidará las enseñanzas de su antiguo entrenador de rugby. “Me han servido para entender que hay que aprender a luchar. La constancia y la disciplina son valores fundamentales para llevar una vida más tranquila, algo que también he transmitido a mis hijos”
Mente y cuerpo
No por ser un tópico deja de ser cierto: “Mente sana y cuerpo sano es igual a cuerpo sano y mente sana. Como bien sabemos, no hay cuerpo sin mente. Y el correr suele encargarse de unir las dos partes”, afirma Elián. Una magnífica aportación a nuestro particular diálogo socrático.
Sorpresa final
El entrenador tuvo un papel decisivo en el episodio que ha dado sentido a este post y los dos anteriores y, aunque no recuerda su nombre, Elián admite que “a pesar de sus métodos se ganó nuestro cariño. Pasamos de un odio rotundo a un amor con mucho respeto”. No sabían casi nada de él, pero ya pasada la primavera uno de los compañeros llevó al entrenamiento la prestigiosa revista de deportes El Gráfico. Mejor que lo acabe de contar Elián: “En la portada aparecía el campeón sudamericano de natación. No hace falta decirles quién era”.

ACA DEJO UN LINK DE MOHICANOS RUGBY TODO SOBRE CARRERAS.

LUEGO ENCONTRE ESTO QUE VA MUCHO CON MI PENSAR.... CREO QUE PASA MAS POR LA PARTE MENTAL DE LOS JUGADORES.... AHORA ESTOY BUSCANDO COMO PODER HACERLO O MEJOR DICHO COMO LLEVARLO A LA PRACTICA.

Flow y Purple Patch

El “flow” es un estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unas a otras sin pausa (Csikszentmihalyi). La totalidad del ser está involucrada: lo físico y lo mental; las habilidades son llevadas al extremo, el tiempo se deforma y se pierde su verdadera dimensión, las percepciones también se distorcionan... Una persona está en flow cuando la actividad que está realizando, sea un deporte, un momento de creación artística o disfrutando una película, lo absorbe por completo y siente un estado de liviandad y disfrute dificil de describir.

Algunos autores (Scanlan, Stein y Ravizza, 1989, p. 79) adjudican a esta experiencia la característica de realizarse “sin esfuerzo, frecuentemente perfectas” y que producen “una experiencia intensa y memorable de una naturaleza aparentemente sensorial”. Se trata, sin dudas, de uno de los fenómenos más interesantes en la Psicología del Deporte, que al ser relatadas por los deportistas, incluyen descripciones sobre fuertes cambios en la conciencia y percepción de sí mismos, y de los aspectos del medio ambiente, llenos de un estado emocional positivo, agradable, satisfactorio, con una concentración y control total sobre lo que están haciendo y sientiéndose completamente identificados y unificados con sus acciones, obteniendo generalmente un rendimiento óptimo.  

Los primeros reportes de este fenómeno lo han asociado con el rendimiento automático (Griffith, 1924), o sea, la capacidad que tendrían algunos deportistas de reaccionar efectivamente a los estímulos sin una asistencia de la conciencia. Esto se debió a que en muchos casos de actuaciones brillantes, los atletas no lograban recordar cómo habían llevado a cabo sus ejecuciones. Casi 40 años después encontramos dos constructos fuertemente relacionados con el actual concepto de flow: la experiencia cumbre (Maslow, 1973) entendida como un momento intenso y extremadamente apreciado, y el rendimiento cumbre (Privette, 1983) definido como un episodio de funcionamiento superior. Fue posteriormente que Csikszentmihalyi sumó el flow a estas descripciones de experiencias humanas intensamente positivas. 
Es interesante observar cómo los atletas de distintos deportes describen este estado. Así tenemos una serie de expresiones enumeradas por Unesthal (1995) en el habla inglesa: “hot night” (noche caliente) utilizada entre los basquetbolistas, “ski out of their heads” (esquiar fuera de su cabeza), “runner's high” los corredores, “go into the tunnel” (ir dentro del tunel) en el caso de los tenistas (López Torres, 2006). 
En rugby se utiliza la expresión “purple patch” (mancha morada). Lo llamativo es que la frase describe la actuación total del equipo, generalmente un período del partido, un momento, donde al equipo en cuestión todo le sale bien. Ejemplos de expresiones: “all this happened in a purple patch of half an hour, but then almost inevitably Sawston relaxed...” (todo esto sucedió en una “mancha morada” de media hora, pero después inevitablemente Sawston se relajó...); “Wigan enjoyed a purple patch with three tries in an inspired 10-minute spell...” (Wigan disfrutó una “mancha morada” con tres tries en diez hechizantes e inspirados minutos); “Then Mountauban hit their purple patch” (Luego Mountauban alcanzó su “mancha morada”). Ocasionalmente también se utiliza para una actuación individual.  

Esta expresión es tan conocida en el rugby inglés que ha inspirado, incluso, el diseño de la nueva camiseta de la Rosa. La empresa Nike, en lugar de decidirse por el rojo, color tradicional del equipo inglés, optó por el morado, promocionando incluso la nueva indumentaria como la “England Rugby's purple patch”. Incluso el capitan del equipo, Steve Borthwick señaló hace unos días: “No tengo dudas que los jugadores estarán más motivados que nunca cuando salgan a la cancha usando estos colores”. 
Volviendo a las expresiones utilizadas para designar la experiencia de flow en general, una de las más repetidas en los últimos años es “in the zone”, o sea, “estar en la zona”, expresión también relacionada con la IZOF (Individual Zone of Optimal Functioning, zona individual de óptimo funcionamiento) de Yuri Hanin (2000). Algunas de las comparaciones que han alcanzado al flow han sido las experiencias místicas, religiosas, hipnóticas, los estados zen y hasta con los estados alterados producidos por drogas psicotrópicas. 

La experiencia de flow se asocia con el rendimiento óptimo. Si bien no hay muchas investigaciones aún, los autores en general se inclinan a intentar una articulación con conceptos como la fortaleza mental, por lo cual es evidente que el centro de la cuestión se enfoca a cómo manejan estos deportistas su concentración, el compromiso que tienen con su práctica, su autoconfianza, el control para manejar su propio estado mental y las presiones internas y externas y, sobre todo, el nivel de conocimiento de sí mismo que poseen. Y, obviamente, no podrán quedar fuera de los estudios las correlaciones con la motivación intrínseca del deportista, la percepción de competencia, la orientación a la meta o al resultado, el clima anímico que lo rodea, la comunicación entre los integrantes del equipo, su historia personal, etc. 
Pero... si bien la experiencia de flow se asocia con el rendimiento óptimo en el deporte, Csikszentmihalyi lo vincula con las vivencias positivas en general, con experiencias como la creatividad, la satisfacción y, sobre todo, la capacidad de implicarse totalmente con la vida. El flow no es una exclusividad de los deportistas. Este autor describe el flow como “el estado en el cual las personas se hallan tan involucradas en la actividad que nada más parece importarles... la experiencia, por si misma, es tan placentera que las personas la realizarán incluso aunque tenga un gran coste, por el puro motivo de hacerlas (2003, p. 16). También sostiene que son momentos excepcionales, donde no hay conflicto ni contradicciones con lo que sentimos, lo que deseamos, lo que pensamos y lo que hacemos, todo al unísono, todo en la misma dirección. Agrego yo que el miedo no tiene lugar alguno en esta experiencia, ni el enojo, ni el pesimismo ni la ansiedad, y evidentemente, tampoco estarán presentes ninguna de las manifestaciones físicas que estas emociones provocan, en el deportista o en cualquier ser humano, simplemente por ser incompatibles. Podríamos pensar que cuanta mayor conexión tenga una persona con su propio interior y mejor conocimiento tenga de sus propias emociones y sentimientos, mayores posibilidades tendrá de trabajar cada uno de los aspectos que le impiden vivir, en algún momento, una experiencia de este tipo, tan directamente relacionada con la capacidad de disfrutar lo que se hace, tan íntimamente unida a la potencialidad de dejarse llevar. 

Siempre siguiendo a Csikszentmihalyi, vamos a enumerar las nueve dimensiones que caracterizan al estado de flow:
  1. El equilibrio entre “reto” o desafío y la propia habilidad
  2. La fusión entre acción y atención
  3. Las metas claras
  4. Un feedback claro y sin ambigüedades
  5. La concentración en la tarea que se está ejecutando
  6. El sentido de control sobre lo que se está haciendo
  7. La pérdida de autoconciencia
  8. La transformación del tiempo
  9. La experiencia autotélica, o sea, intrínsecamente recompensante

Otros autores (Privette, 1983) comparten algunos y agregan otros componentes:
 
  1. Diversión
  2. Alto nivel de goce o disfrute
  3. Alto nivel de comportamiento
  4. Fusión con el mundo (sensación de ser uno con el entorno)
  5. Sociabilidad o afabilidad (lo opuesto de la sensación de enojo)
  6. Pérdida del ego
  7. Motivación intrínseca
  8. Actividad planeada y estructurada
  9. Experiencia autotélica
  10. Sentido lúdico (la sensación de estar jugando y no compitiendo)
  11. Pérdida de la percepción de tiempo y espacio


Así, podríamos seguir agregando descripciones. Pero, en definitiva, podemos concluir diciendo que si tratamos de encontrar un hilo conductor entre todos estos componentes, parecería que el concepto de “libertad” es un unificador y posibilitador de las variadas sensaciones vinculadas al flow y que desembocaría en la posibilidad de disfrutar el momento. Quien tenga la técnica, pero no la capacidad de disfrutar, dificilmente se acercará a la experiencia de flow; quien tenga la capacidad de disfrutar podrá llevar un rendimiento medio a uno mejor. En suma, la posibilidad de disfrutar y la posibilidad de rendir van de la mano para generar estos estados tan especiales. No perdamos de vista que esto va más allá de la actividad deportiva; este estado puede alcanzarse también en la actividad creativa o incluso en lo cotidiano, en diversas magnitudes.
 
Por último me parece interesante señalar que Privette (1983) observó que hay actividades que favorecerían o inducirían sensaciones similares al flow, como ser: la apreciación de la naturaleza, del arte, la música, el amor sexual, la religión, la actividad física en general, el trabajo creativo, el nacimiento de un bebé, el conocimiento científico, la introspección, etc. 

En la práctica de deportes hiperexigentes como el rugby, podemos dejar planteadas dos hipótesis: 1) el estado de alerta generado por la elevada exposición y riesgo físico desencadenaría o favorecería  una elevada concentración, necesaria para afrontar el riesgo, lo que puede llevar a una elevación del rendimiento general. Esto sería un estado propiciador de la aparición del flow o “purple patch”, y 2) para que aparezca un estado como el de flow en un equipo, debe existir un determinado nivel de comunicación y conocimiento entre sus integrantes. 
Ojalá algún día quienes nos dedicamos a la Psicología del Deporte podamos llevar adelante investigaciones que nos permitan profundizar en estos conocimientos y generar nuevas herramientas y técnicas para colaborar con nuestros atletas para mejorar su rendimiento y su calidad de vida como personas. 

Lic. Inés Tornabene
Psicóloga.


ESPERO LES SIRVA
MARCELO MONTERO ENTRENADOR DE M13

enviado por lalouu

Velocidad, Destreza y Temperamento

La velocidad es una aptitud natural y nada puede transformar a un segunda línea de casi dos metros y más de cien kilos en un corredor como Carl Lewis. Pero la velocidad se puede incrementar con el entrenamiento.

Lo que hace más rápidos a los fuertes jugadores de Nueva Zelanda es justamente el entrenamiento. Una indicación de que un equipo tiene más impulso que su oponente es que los delanteros y backs llegan a los agrupamientos antes y con más gente. Esto se consigue con entrenamiento para incrementar la velocidad. Es lo que hace la diferencia para poder escaparse a una marca o llegar a tiempo para frenar un ataque.

Conseguir un buen estado físico es elemento fundamental para los exigentes campeonatos de divisiones juveniles. En estas categorías los jóvenes deben estar preparados con un entrenamiento de mucha velocidad (que es la que pretendemos para los partidos), sin demorarlos demasiado en las explicaciones teóricas de los movimientos. En cuanto a los niños, no es necesario entrenarlos físicamente, porque es una cualidad natural en los menores de catorce años. En esta edad es otro el trabajo que se debe realizar, de lo que hablaremos más adelante.

Sabemos, entonces, que un buen entrenamiento sobre velocidad y estado físico puede ser determinante a la hora de conseguir una ventaja. Lo que el jugador necesita ahora para ser el héroe del partido es destreza y temperamento. Destreza es el más fácil de tratar de estos dos temas.

Como entrenador, yo gastaría todo el tiempo posible en un entrenamiento repetitivo sobre las destrezas del juego, teniendo en cuenta de no excederme hasta el aburrimiento. Existen dos formas de despertar la mente juvenil sobre la importancia de la eficiente ejecución de las destrezas (recibir, pasar, patear, correr, apoyar y tacklear).

La primera es mediante una buena enseñanza. Los jóvenes tienen una mente aguda y receptiva. Absorben rápidamente las enseñanzas. La palabra operativa es buena, pero la realización de las destrezas también necesita la realización y práctica para mecanizar los movimientos y conseguir un balance en todos ellos.

El entrenador debe persuadir al jugador a mover sus manos, piernas y cuerpo rítmicamente, de tal manera que al ejecutar los movimientos se realicen sin arrebatos ni tirones que producen errores. El proceso de este aprendizaje puede ser largo y requiere paciencia infinita y entusiasmo ilimitado, pero conseguir una total comprensión del modo en que deben hacerse las destrezas trae grandes beneficios a los jugadores y al Rugby.

Tomemos como ejemplo la acción de un centro corriendo con la pelota. La mayoría de los jugadores se meten la pelota bajo el brazo como si se tratara de una sandía, cuando tiene intensiones de romper la defensa. Es una manifestación positiva de que intentará llevar a su equipo adelante. Pero esa actitud lo deja sin posibilidades de intentar otra cosa.

Debido a la gran presión del juego actual, si en el camino cambia de idea y quiere pasar la pelota o patearla, perderá un tiempo precioso y probablemente no pueda hacerlo. Por el contrario, si conseguimos una buena carrera con la pelota en las dos manos sin disminuir la velocidad, estaremos ante un jugador que puede dar un pase, patear y hasta intentar una penetración o hacer cambios de paso y de dirección más eficientemente.

En el Rugby mayor, conseguir una ventaja de un metro puede hacer la diferencia del partido y un jugador con estas destrezas es muy apreciado. Si bien este es un ejemplo elemental de las destrezas del Rugby, es uno de los más apreciados.

La otra forma que existe para mejorar las destrezas es mediante la observación de los buenos jugadores en acción. En este momento tenemos muchas posibilidades de ver a estos jugadores mediante la televisión. Los grandes jugadores de todo el mundo están todas las semanas en nuestras pantallas. Pero también debemos guiar a los jugadores después de ver un partido.

Es muy importante la charla con los jóvenes porque no sólo verán las buenas acciones. También verán las malas y su mente receptiva y aguda captará todo y puede ser un arma de doble filo. El trabajo de un buen entrenador es guiar al jugador para que mire a los grandes jugadores mientras ve un partido. De esa forma se puede conseguir que los jóvenes aprendan mucho.

Enseñando con la práctica y con la observación de partidos se desarrollan las destrezas en los jóvenes y los niños. El temperamento es un desconcertante, fascinante e insoluble problema del Rugby. Un temperamento sólido puede transformar a un jugador con buen estado, rápido y con buenas destrezas en un crack que se entregará al máximo partido a partido. Por el contrario, un temperamento escaso puede transformar a un jugador rápido y hábil en esa clase de tipo que se cae ante el intento de tackle o que corre como para no verse involucrado en ninguna jugada importante. Hay jugadores que por falta de temperamento no muestran el total de su capacidad.

Conozco un método de atacar el problema de un temperamento indeciso y es por medio de acentuar la importancia del estado físico y las destrezas individuales. Un jugador a menudo desarrollará confianza al descubrir que cualquier cosa que puede hacer otro, él puede hacerla igual o mejor. El entrenador que comprende que a tal o cuál jugador le mejorará el temperamento con el estímulo o el aliento, debe hacerlo inmediatamente. A menudo, no obstante, tendrá que concentrarse en otro jugador menos dotado, pero con más temperamento. Una buena forma de saber si un jugador merece la atención del entrenador es en la respuesta del jugador apto en el entrenamiento, actuando durante un partido. Si el jugador es voluntarioso en el entrenamiento merece más atención y la respuesta durante los partidos será satisfactoria.

Pero hay jugadores que no importa lo que se haga por ellos, si no tienen temperamento, lo mejor que pueden hacer es dejar de jugar al Rugby. Si sigue con él, usted está perdiendo su tiempo. Y para un Coach no hay cosa peor que perder el tiempo.

Adaptación de la publicación FRED ALLEN ON RUGBY